Por Esaú Jaimes para : https://esjaimes.wordpress.com/2015/09/14/baloncestomx/
Dos semanas extraordinarias, majestuosas y
de un espectáculo inenarrable concluyeron el sábado pasado con la
portentosa victoria de la Selección de Baloncesto de Venezuela sobre su similar argentino en el Campeonato FIBA Americas México 2015.
Dos semanas en las que el baloncesto mexicano, pese a quedarse en el
límite y no conseguir los objetivos marcados, maravilló a propios y
extraños y alzó la mano con autoridad para decir, con el estruendo de
más de 20 mil voces (record absoluto de FIBA Americas) asistentes al Palacio de los Deportes,
que es un deporte que merece una atención mayor y que puede estar a la
altura que el trabajo, apoyo y la dedicación le permitan.
La lógica de mi anterior conclusión es simple: la Selección Mexicana de Baloncesto que jugó este torneo (valido como primer pre olímpico para Río 2016)
y que con toda certeza fue bautizada como los “12 Guerreros” es el
representativo de un deporte abandonado y lastimado por quienes deberían
promoverlo. Fueron 12 baloncestistas más un entrenador que han tenido
que luchar contra falta de pagos, carencia de uniformes, vetos
injustificados más un sinnúmero de dificultades y, sin embargo, han
terminado cuartos (y primeros, invictos, en la fase inicial) y en el
camino han derrotado a selecciones de primer nivel (Argentina, la número
3 del mundo, por ejemplo)
Se trata, pues, de una selección que, con
muy poco o con nada, ha conseguido mucho, muchísimo. Pero, para
entender esto y para darle sentido a esta publicación que intenta ser un
elogio del baloncesto mexicano, vayámonos por partes y hagamos un breve
recorrido por su pasado y presente.
El ini cio
Cuando uno escucha de baloncesto mexicano
casi siempre se menciona a un tal Horacio Llamas, el primer jugador
miembro de la NBA. Sin embargo, lo cierto es que desde sus inicios el
baloncesto mexicano tuvo un rol destacado, obtuvo una medalla de bronce
en Berlín 1936
y, si nos remontamos a los años 50’s, 60’s e incluso 70’s,
encontraremos que el representativo nacional era invitado regular a
juegos olímpicos y competiciones internacionales.
En aquellos años dos nombres poco conocidos deben mencionarse: Manuel Raga y Arturo Guerrero. El primero es hasta la fecha uno de los jugadores históricos del club italiano Pallacanestro Varese y el primer jugador no estadounidense en ser elegido por el Draft de la NBA (1970, elección 167 de los Atlanta Hawks)
pero prefirió la liga italiana para ser titular y figura allá en lugar
de suplente en Estados Unidos. Y el segundo, quizá el mejor jugador de
baloncesto que México haya dado, apodado “Mano Santa” por su brutal tiro
de media y larga distancia.
Guerrero, al igual que Raga, fue
seleccionado para jugar por la NBA en 1968, pero debido a las normativas
de aquel entonces (si jugabas para la NBA te volvías “profesional” y
perdías el rango de “amateur” exigido por FIBA para jugar competiciones
internacionales) rechazó la oportunidad y prefirió jugar en México,
Brasil e Italia para poder representar a la selección mexicana en los
juegos olímpicos de México 1968 y Montreal 1976.
Esa decisión siempre alabada de Guerrero
ha hecho que tenga un lugar muy especial entre los aficionados y
conocedores de la historia del baloncesto mexicano, sin embargo, lo
cierto es que su historia y la de Raga están olvidadas por la prensa y
la televisión mexicana. Olvidadas pese a que “Mano Santa” fue elogiado a
nivel mundial y su tiro fue estudiado y admirado por jugadores y
entrenadores de todo el orbe (su curioisdad sobre este tremendo
baloncestista la pueden saciar en este documental del Canal Once)
El hueco de los 80’s y los románticos 90’s
Después del retiro de ambos jugadores, el
baloncesto mexicano pasó sin pena ni gloria en los años 80 y entro a un
segundo período de gloria en la década de los 90. En lo deportivo, de
la mano del mismo “Mano Santa” ya como entrenador nacional, México fue
campeón de Juegos Centroamericanos y del Caribe (1990) y Juegos Panamericanos
(1991), sin embargo, lo en verdad interesante de esa época fue el
impacto que el deporte tuvo en la afición, cortesía de las transmisiones
en televisión abierta de la mejor liga del mundo, la NBA.
Y cortesía también, claro está, de la imponente figura mediática y deportiva que era Michael Jordan.
Los 90’s y los inicios de la década siguiente fueron un período, a mi
gusto, romántico. Cada domingo al mediodía se transmitía un partido
(gracias TV Azteca), había multitud de patrocinadores, capsulas de
entrenamiento e incluso, reportes de torneos locales, ligas amateurs y
jugadores nacionales destacados.
Por si eso no bastará, Horacio Llamas se convirtió en 1996 en el primer jugador mexicano en jugar en la NBA con los Soles de Phoenix, un camino que poco después siguió Eduardo Nájera en 2001 con los Mavericks de Dallas.
Y, como cereza en el pastel, la NBA trajo partidos de pretemporada a
México. Varios amistosos (el primero fue Dallas Mavericks contra Houston Rockets
en 1992) e incluso uno, en 1997, de temporada regular. Fue, pues, una
época de ensueño que, lamentablemente, termino violenta y
desagradablemente la década siguiente.
Dividieron y vencieron
Después de esa época gloriosa se vino,
literalmente, la noche. El problema inicio de hecho durante esa
fantástica década, en 1995, cuando el líder de la Federación Mexicana de Baloncesto (FMB),
Jorge Toussaint, empezó a incurrir en los malos manejos tan propios de
los directivos nacionales. La historia a detalle no se conoce bien pero
la FMB fue perdiendo fuerza y calidad, abandonando a los jugadores y las
competencias hasta que, en 2008 se fundó una organización paralela
denominada Asociación Deportiva Mexicana de Basquetbol (ADEMEBA)
La ADEMEBA obtuvo en muy poco tiempo el
aval de la FIBA -que antes había “amenazado” a la FMB de retirar su
reconocimiento si no arreglaba la difícil situación- y de la CONADE,
pese a que para ello se rumoran sobornos y dádivas. Sea como fuere,
ambas organizaciones se han peleado en tribunales el control del
baloncesto mexicano y lo único que han hecho es dividirlo y lastimarlo.
Cortesía de su división tenemos una Liga Nacional de Baloncesto Profesional
(LNBP) que, pese a ser reconocida por FIBA como la tercera mejor del
continente, cada año sufre para terminar el calendario con los equipos
que la iniciaron, para conseguir patrocinadores o simplemente para pagar
el sueldo a sus jugadores. Tenemos, además, una selección gobernada por
una autoridad fantasma que a veces les deja sin uniformes o viáticos,
por decir lo menos.
Sin embargo, avanzamos.
Pese a los problemas señalados con las
directivas y a que el deporte está olvidado por la prensa y la
televisión, tenemos una selección competitiva que jugó un decoroso pre
olímpico 2015, un jugador extraordinario que fue NBA y hoy es titular,
líder y campeón en el Real Madrid (Gustavo Ayón), uno más que forma parte de la NBA con los Milwaukee Bucks (Jorge Gutiérrez)
y diez -o más, si contemplamos algunos lesionados previo al torneo-
que, pese a jugar en una liga problemática, le compitieron al tú por tú a
baloncestistas de la NBA y de ligas europeas gracias al mandato, por
cierto, de un entrenador igualmente extraordinario como Sergio Valdeolmillos (que ha trabajado gratis y ha puesto incluso de su dinero para guiar a sus chavales al éxito)
Porque, la realidad que se exhibe detrás
del problema o más bien por encima del problema es muy simple: por más
que las personas encargadas de fomentar y financiar el deporte se
empeñen en hacer lo contrario, el deporte sobrevive y sale a delante con
base en el esfuerzo incesante de quienes lo juegan por el simple gusto
de jugarlo y sólo para obtener esa orgásmica satisfacción que deja ver
un balón rozar las redes con ese sonido susurrante que lo acompaña.
Y es que lo cierto es también que pese a
que el fútbol es el deporte más visto, jugado, promovido y financiado,
el baloncesto es como esa oposición política que nunca ganará las
elecciones pero siempre tendrá las mejores ideas y los mejores
representantes. Y eso lo digo porque tengo la absoluta convicción de
que, como deporte, el baloncesto crea mejores personas -en todos los
sentidos- que el deporte considerado “rey.”
Además, el baloncesto es un deporte que
pese al olvido y oscuridad en el que vive, cuenta con jugadores y
aficionados fieles, tan fieles como lo exige una disciplina tan difícil.
Los ejemplos sobran pero el más claro es este: el país que más veces ha
sido elegido por la NBA para albergar partidos, pese a los problemas
con sus directivos, es México (22 juegos más el próximo en diciembre) Y
en cada uno de esos juegos, igual que ocurrió en el pasado pre olímpico,
la afición ha sabido responder y disfrutar de este maravilloso deporte.
Los 12 Guerreros tristemente han sido
reventados y criticados por aficionados (léase “pseudoaficionados”) y
prensa tras la derrota con Argentina que les quitó el boleto a Juegos
Olímpicos, sin embargo, desde mi trinchera quisiera hacer una franca
petición: no sean infames, no se atrevan a criticar ni un poco a estos
doce, por favor. Son navegantes solitarios en un mar abismal
contracorriente y han sabido llevar su barco muy lejos. Y son, además,
los líderes de un sueño olímpico que ha encontrado un gran bache pero
que no se ha perdido y sigue vivo.
Y continua, como la lucha diaria de
jugadores, entrenadores y aficionados para que este deporte vuelva al
lugar que le corresponde y que se niegan en otorgarle hasta que por su
propio peso lo recupere. Y lo hará, porque a diferencia de otros
deportes, tiene representantes que son capaces de hacer lo que hizo
Gustavo Ayón el sábado, justo después de la derrota y que dejó aquí como
colofón de mi entrada:
Por Esaú Jaimes para : https://esjaimes.wordpress.com/2015/09/14/baloncestomx/
Imagen 12 Guerreros : Los 12 Guerreros (imágen realizada por AS México) Resto : FIBA
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