Gustavo Ayón, talento surgido sin ayuda



Por Saúl Trujano, Excelsior
CIUDAD DE MÉXICO, 25 de diciembre.- La vida tranquila no acompañará más a Gustavo Ayón, quien aguarda las horas para convertirse en el tercer mexicano que disputa un partido de temporada regular en la NBA. Antes que él lo hicieron Horacio Llamas y Eduardo Nájera. Ayón, de 26 años, ha sido un hombre de condiciones sencillas y que, en medio de los escombros del basquetbol nacional, construyó una carrera que lo ha convertido en  un jugador de la liga estadunidense.
La historia de Ayón se forjó en provincia desde el 1 de abril de 1985. Fue en Zapotan, Nayarit, donde nació. Es una población integrada al municipio de Compostela, donde apenas se rebasan los mil habitantes y hay menos de 300 hogares. En este sitio, las
computadoras se cuentan con los dedos de una mano.
Salió del pueblo para estudiar comunicación y jugar volibol en Puebla. Caprichos del deporte en México, los mejores atletas siempre empiezan en otras disciplinas: Ana Guevara jugaba basquetbol antes de pasar al atletismo, Hugo Sánchez practicó gimnasia antes del futbol.
Pronto cambió de rumbos. El entrenador Javier Ceniceros lo indujo al baloncesto. Medía más de dos metros. Ceniceros tenía razón, y pronto Ayón destacó en la estructura del basquetbol universitario.
En 2006 fue firmado por los Halcones de la UV de Xalapa. Ahí encontró a Víctor Mariscal, uno de sus mayores apoyos en el mundo del deporte.
Llegaba la oportunidad de ser profesional.
Pero tocó a su puerta una nueva opción, San Jose State, en Estados Unidos y de la NCAA: el camino más viable para llegar a la NBA.
Ayón se fue, pero pronto el destino le indicó que ésa no era su ruta.
Volvió a Xalapa. Tenía potencial, pero faltaba pulirlo. Halcones lo mandó con los Vaqueros de Agua Prieta, del Cibacopa, en la temporada 2007. Creció enormidades en la liga norteña, estaba listo para jugar y ser un indispensable de Xalapa.
Ese mismo año fue parte de la Selección Nacional que disputó el Preolímpico de Las Vegas. El equipo, carente de apoyos oficiales y con el único respaldo de la Liga Nacional de Basquetbol Profesional (LNBP), tenía pocas expectativas.
Jugadores y cuerpo técnico se hospedaron algunos días en un modesto hotel de Puebla. Entrenaban y jugaban algunos amistosos por la noche como preparación al torneo. “Vine para hacer historia. Nadie nos cree, pero si logramos calificar cambiarán muchas cosas en México”, decía Ayón en aquel momento, a bordo de su auto y mientras manejaba por las calles de la angelópolis.
Su razón no fue inmediata. El equipo, al mando del entrenador estadunidense Nolan Richardson quedó lejos del pase olímpico a Beijing 2008. En años siguientes tampoco logró la calificación al Mundial de 2010 ni el pase a los Olímpicos de 2012.
En ese transcurso Ayón se convirtió en una estrella de la LNBP. Recibió una oferta para jugar en el Real Madrid; pero no se fue porque lo mandarían a la liga de formación.
Llegó después la oportunidad del Fuenlabrada, y emigró. El camino a la NBA exploraba otra ruta.
En la temporada 2009 jugó en la LEB plata con el CB Illescas y luego en la LEB oro con el Tenerife Rural.
En el receso jugó con Marinos de Anzoátegui, de Venezuela, y cada verano reportó con la Selección Nacional. “Mientras otros ponen de pretexto lesiones, Ayón siempre ha estado con la selección. Hubo una vez, previo al Centrobasket, que el doctor le dijo que debía descansar 15 días; pero Gustavo contestó que venía a México a jugar y no a ver los partidos en la tribuna. Jugó lesionado”, recuerda Modesto Robledo, presidente de la LNBP.
Para 2010 fue llamado al Fuenlabrada, el poseedor de sus derechos. Fue parte fundamental de una histórica temporada en el transcurso de la cual salieron jugadores estelares como el uruguayo Esteban Batista. Ayón ayudó a meter a playoffs a una modesta quinteta que solía pelear por la permanencia.
Comenzó a llamar la atención de los medios españoles, que además de lo deportivo le cuestionaban sus orígenes y aficiones.  “Mi esposa sabe que algún día quiero volver a la tranquilidad del pueblo”, respondía el mexicano. “Será cuando estemos más grandes, cuando los hijos hayan hecho su camino”, añadía con nostalgia.
En esas mismas charlas, Ayón reconocía que su diversión era ir al cine y defendía la imagen bélica que ha llegado de México a territorio europeo. “Eso ha existido siempre”, argumentaba el basquetbolista mexicano, quien tenía la meta clara: “Mi sueño es llegar a la NBA.”
El pasado verano acudió a varios campos de entrenamiento. El paro patronal detuvo la negociación con los Hornets. Ayón anunció que se mantendría en el Fuenlabrada a pesar de tener ofertas en Europa. La meta estaba clara, había que ser paciente.
Terminó el paro, Ayón estaba convertido en el mejor jugador del Fuenlabrada, que nuevamente está en zona de postemporada, y la negociación se concretó para el mexicano, admirador de Luis Scola y apasionado de ser delantero de poder.
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