Ojalá se siga el ejemplo de "La Cucha" Gómez

- Erika "La Cucha" Gómez, el símbolo del baloncesto femenino en México, puso el broche a su trayectoria de 22 años -casi la mitad en España- con una medalla de plata en los Panamericanos de Guadalajara, un logro que iguala el mayor éxito obtenido por las mujeres en esa modalidad panamericana.
"Es la líder, el alma y el espíritu de este equipo", dijo a Efe Ray Santana, el técnico español que llevó a México al podio 35 años después de la plata obtenida en Ciudad de México (1975). "Representa el orgullo mexicano y el carácter de llevar esa camiseta", agregó.

Todos se fijan en ella. Aficionados, compañeras de equipo, cuerpo técnico. Sus 187 centímetros están llenos de coraje, voluntad y sentimiento. Pero lo que ha aportado esta española de adopción al baloncesto de su país va más allá de las palabras.
"Es un ejemplo a seguir para las más jóvenes", manifestó Santana.
La razón es sencilla. Fue una pionera. Fue la primera mexicana que dio el paso a Europa a nivel profesional. Era el año 2001. Y España -"la Madre Patria", como le gusta decir a ella- fue su refugio.
Allí conoció a su esposo, Sergio Molina, y desempeñó su actividad deportiva hasta bien entrado 2011 -ya con 35 años-, cuando decidió colgar las zapatillas y dar órdenes desde la banda.
"Quiere estar con su familia y entrenar", explicó a Efe su compañera de selección, Margarita Silva, uña y carne con Gómez en la plantilla. "Es agradable, honesta... si cree que has hecho algo mal, te lo dice en la cara. Hablar del baloncesto femenino en México es hablar de ella", añadió.
"La Cucha" se convirtió en entrenadora de un equipo femenino en su Monterrey natal y seguirá ese rumbo ahora que su retirada es un hecho. Pero, entre medias, hizo un último esfuerzo por su país.

"Aquí acaba mi ciclo", dijo la pívot mexicana en la rueda de prensa posterior a la final del torneo, que acabó con victoria para Puerto Rico. "Pero espero que esto ayude para que la gente se dé cuenta que hay baloncesto en México", añadió.
La jugadora no pudo reprimir las lágrimas cuando se le hizo entrega de la plata.
"Lo que pasa por mi mente son 22 años de carrera, momentos de emoción y tristeza, pero creo que hasta hoy nunca le debí nada al baloncesto y esta vez luchamos hasta el final", declaró Gómez.
Se despidió con 33 puntos y 16 rebotes, pero no pudo finalizar el encuentro sobre la pista por una lesión. Su cuerpo pedía aire tras un esfuerzo titánico como líder de un equipo con una rotación de seis, como mucho siete jugadoras.
"Las mujeres levantan la mano en el baloncesto mexicano", afirmaba la máxima anotadora de los Panamericanos días antes de igualar el podio de 1975.
Ahora hace falta que el país siga su ejemplo.
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