Ni siquiera ahora que el basquetbol de elite, que no es otro que el de la NBA, se encuentra en un momento crítico, sin fecha para que su temporada comience (lo que de cualquier modo sería ya con un retraso de más de un mes), nadie duda de lo espectacular, bien vendido y productivo que resulta para las marcas comerciales, televisoras y, desde luego, para sus aficionados en el mundo.
Como nadie puede dudar tampoco que uno de los deportes que más pasión generó en los Juegos Panamericanos de Guadalajara fue justamente el basquetbol, sobre todo, por la generosa actuación de los equipos varoniles y femeniles mexicanos. Fue maravilloso ver a Lorenzo Mata, así como Érika Gómez, la famosa Cucha, brillar en la duela, haciéndonos imaginar junto a sus compañeros(as) con una Liga que goce de los beneficios que, por ejemplo, tiene el futbol, con transmisiones en TV abierta, en horario estelar, siendo ejemplo por la vía mediática, con todo el potencial que ello entraña, de millones de jovencitos deseosos de encontrar en este deporte una vitrina para mostrar su talento. ¡Qué bueno sería!
Pero no. La realidad es que tras la euforia de los Panamericanos, de las merecidas medallas de plata que ambos tricolores consiguieron, retornó el olvido, el asalto del no me acuerdo. ¿O tiene usted presente el 71-55 de semifinales entre México y Estados Unidos? ¿Recuerda el 64-58 de nuestras damas, también en semis, ante Colombia? ¿Se acuerda cómo nos tuvieron al filo de los asientos, imaginando qué sería de los representativos mexicanos de no tener que lidiar con las incomprensibles disputas entre la Federación y la Asociación de Basquetbol, con la cómplice inacción de la Conade? ¡Qué va! Pena y un desperdicio.
Pierden las televisoras y las marcas comerciales la oportunidad de hacer negocio (que es lo único que les interesa), pierden los atletas, que en el olvido sobreviven sin contar con los espacios de difusión que se han ganado, pierden los aficionados y perdemos los medios. Pero más pierden los directivos, que con su bla-bla, no hacen sino evitar la expansión de nuestro basquetbol, que vivió su momento de esplendor en los JP para volver apenas unos días, ¡unas horas!, después de las Finales perdidas por México al hoyo negro de donde nadie lo quiere sacar. El futbol puede ser el deporte más bello del mundo, el más lucrativo, pero tampoco lo es todo, algún día dejará de ser redituable si se mantiene por el camino de la mediocridad generalizada, con sus escasos chispazos de atractivo, y entonces sí nos acordaremos del básquet, y a ver si entonces queda algo para rescatar. Y ¿dónde quedó el exhorto del presidente Felipe Calderón sobre superar las diferencias, entre otros, en el básquet? ¿Dónde?
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