Berlín 1936, la única medalla olímpica mexicana

Los Juegos, interrumpidos por la I Guerra Mundial en 1916, llegaron a la Alemania de Adolfo Hitler en 1936, donde el equipo mexicano de básquetbol logró uno de los hechos deportivos más significativos que ha vivido nuestro país, ganó la medalla de bronce, única presea olímpica obtenida en este deporte, con tan sólo 11 jugadores.

Los Juegos fueron del 1 al 16 de agosto en Berlín. Participaron 4.066 deportistas (3.738 hombres y 328 mujeres) de 49 países, compitiendo en 19 deportes y 129 especialidades. Fue la primera vez hubo televisión (circuito cerrado), se inició la tradición del recorrido de la llama desde Atenas y volaron 10.000 palomas, símbolo teórico de la paz.



En lo deportivo destaca el intento fallido de Hitler de utilizar los juegos para demostrar sus teorías sobre la superioridad racial aria, pero Jesse Owens, el atleta negro descendiente de esclavos, representando a Estados Unidos, lo humilló al conquistar cuatro oros (100 y 200 metros lisos, relevo corto y salto de longitud).

También, por primera ocasión, hubo básquetbol masculino. Se inscribieron 22 países en el torneo, el mayor número en  Juegos Olímpicos porque posteriormente se implantó el sistema de eliminatorias. México, en su debut el 7 de agosto, derrotó 32-8 a Bélgica, en el escenario del torneo, un viejo club de tenis cuyas dos mesas de arcilla fueron improvisadas como rectángulos basquetboleros.

Los buenos augurios desaparecen dos días después tras la derrota de 32-30 ante Filipinas, encuentro en el que la escuadra mexicana se partió en dos al surgir en la cancha aquella enorme rivalidad entre los jugadores de Chihuahua y Distrito Federal, cuya mayoría de jugadores integraban el seleccionado  nacional.

Parece que todo surgió cuando el coach Alfonso Rojo de la Vega inscribió a Rodolfo Choperena, “Tuto” Olmos, Carlos Borja, “Quico” Martínez, Greer Skaussen y al reserva Hugo Borja.

Eran tres de Chihuahua y tres del Distrito Federal. Cada quien jugó por su lado y jamás hubo un equipo nacional sobre la cancha. Los del DF no le pasaban el balón a los de Chihuahua, y viceversa.

Las diferencias desaparecieron con el paso de los días y con gran armonía derrotan a los italianos por 34-17 para avanzar a semifinales. Fue entonces que México, con un excelente esquema táctico, se midió al poderoso y a la postre campeón, Estados Unidos, en una de las semifinales del torneo.
Los jugadores que enfrentaron a los estadounidenses fueron los defensas Jesús Olmos y Raúl Fernández; el centro Carlos Borja y los delanteros Víctor Borja y Greer Skaussen. Reservas: el zaguero Francisco Martínez y el atacante Ignacio de la Vega.

Rojo de la Vega decidió jugar con rapidez y doble marcaje personal. Se agrupan en su medio campo para buscar el contragolpe, lo que en un principio descontroló al rival, que cometió faltas al por mayor. Finalmente se impuso la superioridad estadounidense 25-10.

Pero se registraron dos hechos que marcaron para siempre este duelo: Por vez primera en el torneo, el poderoso ataque de Estados Unidos fue frenado en menos de 30 puntos y su sólida defensiva tuvo que recurrir a la falta en diez contragolpes. México no anotó canasta de dos puntos, los 10 logrados fueron de tiro libre.



Al día siguiente, los encuentros por las medallas. En el juego preliminar, disputado bajo una tenue llovizna, México derrotó a Polonia 26-12 y conquistó la medalla de bronce. En el estelar, Estados Unidos se impuso a Canadá 19-8 para iniciar una racha de 64 victorias olímpicas y siete títulos, hasta que en Munich 72, cayó 51-50 con la Unión Soviética.

En la ceremonia de premiación, Hitler entregó las medallas al capitán de cada equipo. Por México la recibió el “Tuto” Olmos; posteriormente entregó a cada jugador la que le correspondía.

(Usted puede conocer más de este ejemplar deportista mexicano en la página de Medallistas Olímpicos).

Fuente:  COM
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