Basquetbol en las comunidades Triquis: Ayúdame a gritarlo.
Ayúdame a gritarlo.
En verdad cuando tuve como responsabilidad impulsar a esta niñez indigena triqui, se cruzaron tantos pensamientos, tantas cosas en mi mente, entender que no contaba con nada, sin balones, algunos comunidades sin cancha, sin una cultura deportiva, sin ligas, con niños mal alimentados, sin ropa deportiva, sin tantas cosas que para que recordar, madres reclamando, que porque les quito a sus hijos para jugar con una pelota, cuando deben de estar cortando leña, buscando leña o cuidando a los animales en el monte, ellos deben de trabajar para comer, aquí no hay nada y usted con su pelota, vaya a molestar a otro lado, si no quien me va ayudar, me decía la abuela, abuelo, madre y padre, que difícil situación, que complicado cuando hay tanta pobreza, cuando no hay nada, ni nadie que vea esta pobreza, ver niños muriendo, no por balas, si no por falta de alimento y yo con mi pelota, que hacer dios mío. Recuerdo que mi primer pueblo fue Cruz Chiquita, ahí me vieron como algo raro, como alguien que viene a quitarles algo, me atendieron pero con mucho recelo y desconfianza, como no, si yo planteaba algo que ellos ni en sus sueños más remotos podrían imaginar posible, recuerdo que me dieron la dirección de la escuela para dormir, sin un petate, sin cobija, solo mi mochila y mis grandes deseos de demostrarme a mí, que se podía hacer algo por ellos, luego demostrárselo a ellos que podían ser parte de este sueño, después a México mostrarle este lado de la cara de nuestro país que al menos yo desconocía, esa noche no dormí, no sé si por el frio o porque estaba emocionado de empezar este sueño, recuerdo que tome el periódico mural que hicieron una cartulina como un colchón, fue una experiencia muy buena, y empezó este loco como me dicen en las comunidades, este maestro está loco por que nadie había ayudado de esta manera y menos con una pelota, hoy me dicen maestro queremos más locos como usted, le dije no se preocupen los convertiré en eso y verán que muy pronto seremos más, ver a los niños descalzos me admire, pero estuve consiente que tenía que trabajar así, entrenaron conmigo una semana con un balón para 50 niños, pero aprendí a entrenar ahora con eso, fue mi mejor escuela, toda la semana vi con la misma ropa a todos, la verdad no se notaba si se bañaban o no, así que la próxima semana en la otra comunidad que fue Rio Metates, ahí exigí que se bañaran todos los días y que su ropita la lavaran en la noche para que estuviera limpia al otro día, fue algo muy extraordinario ver como esta niñez trabaja tan duro, tan firme, sin quejarse, solo querían jugar, cuando empezamos a entrenar les mostré un mundo nuevo y se emocionaron tanto como yo, como en cada pueblo que visite fueron los 18 comunidades, en todos encontré ganas y deseos de salir adelante, muchos adultos, maestros, se burlaron de mí, sé que me insultaron y hasta inventaron que era del servicio secreto, que solo me mandaron a espiarlos, en fin, no quiero tocar los problemas de fondo. Solo sé que aprendí que los problemas tienen un raro efecto sobre la mayoría de nosotros, nos gusta contemplarlos, analizarlos, darles vuelta, comentarlos, se dice con frecuencia que comparamos nuestros problemas con los demás y decimos “su problema no es nada” espere a que le cuente el mío, se ha dado en llamar “parálisis por análisis”, a este proceso de contemplación e inacción. Pero la solución donde quedo, por eso deje de ver el problema para convertirlo en parte de mi vida, así descubrí una vida dentro del problema y ya no fue problema, así descubrí una solución que la pobreza y el hambre no son el problema, el problema es que mientras sigan en el olvido, mientras la gente no sepa de ellos y las autoridades en verdad creen programas efectivos para su desarrollo, nunca nadie sabrá de ellos, esta es mi lucha y hoy quiero unir este lazo para dejar de estar solo, ayúdame a gritarlo, por favor.
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Que gran ejemplo de amor al basquetbol sin esperar nada a cambio, mis respetos por esos ideales y por querer cambiar a este mundo. Dios lo bendiga
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