Deysi Martínez, maravillosa y conmovedora historia.


06/11/2012 14:23:36 Ataviada con un jersey en color verde con líneas en color rojo y un gran número nueve en la espalda en color blanco, short grande que le queda debajo de las rodillas, unos huaraches cafés, que se ven llenos de polvo y una larga cabellera que le llega hasta la espalda que está agarrada con una liga azul, va llegando al gimnasio Marlyc, la pequeña Deisy Martínez para jugar con su equipo ABIM de Oaxaca en el Festival Nacional YBOA de Baloncesto.



Todo parece usual, como cualquier niña que desea jugar baloncesto, pero al llegar a la banca se sienta y se quita los huaraches que deja a un lado para salir corriendo y tomar un balón para comenzar a calentar, todos sorprendidos ven la escena, aunque sólo pocos conocen que lo hace porque son los únicos que tiene y no desea que se le rompan.
Con diez años, Deisy, es originaria de la comunidad Río Santa Cruz Venado, del municipio de Constancia del Rosario, una de las más pequeñas y pobres en el Estado de Oaxaca, que tiene apenas 410 habitantes y está enclavada entre cerros y ríos, alejados de la sociedad y con muchas necesidades.
La pequeña habla poco español y se comunica con sus entrenadores con su lengua madre el triqui, la cual pocos conocen, por lo que por momentos se aísla de sus compañeras y se ve como su mirada se pierde a lo lejos, quizás recordando su casa o su madre o hermana, que son su única familia en este mundo.
Tras concluir su calentamiento se reúne con sus compañeras y recibe las últimas indicaciones para iniciar el juego, les toca enfrentar al equipo local Citlalli Team, quienes contrastan mucho con el conjunto oaxaqueño, ya que no tienen las mismas comodidades que ellas, pero aun así el deseo por jugar baloncesto les brota por todas partes y lo demuestran con una gran sonrisa en el rostro.

Arranca el primer periodo y Deisy, pese a jugar descalza, muestra una gran velocidad, salta con gran fuerza y en ocasiones supera a sus contrincantes quitándoles el balón, no le teme a ser pisada y busca ser protagonista en la cancha, lo que la convierte en una líder nata para su equipo, ya que todas en la oportunidad que tienen le dan el balón.
No es para menos, porque demuestra que sabe jugar, al colocarse atrás de la línea de tres puntos, lanza el balón con fuerza y encesta su primer tiro de tres puntos del juego, ante la emoción de su entrenador que le aplaude y cuando se le acerca le choca la mano.
Pese a este esfuerzo, su equipo no puede con la fortaleza y la estrategia de sus rivales, quienes se van arriba en el marcador, aunque esto no le incomoda a Deisy y a sus compañeras, a fin de cuentas el baloncesto es su pasión y sobre todo una salida de sus problemas y de las dificultades que puedan enfrentar en su comunidad, esa donde las pequeñas se casan desde los 12 años.

Comienza el segundo periodo y quizás por nuestra inquietud de ver cómo juega y hace sus movimientos, llamamos la atención de Laura Herrera, mamá de Emily, jugadora del equipo del Marlyc, que se acerca y con una sonrisa en el rostro nos dice: “esa es nuestra pequeña Deisy, se ha quedado con nuestra casa en estos días, es una niña muy linda, ¿no cree?”.
Sorprendido le pregunto el nombre de la pequeña y todo lo que sabe de ella, es en ese momento cuando la sonrisa desaparece y con una ligera pausa nos dice que es una pequeña que no tiene recursos pero que le apasiona el baloncesto, que vive y sueña todos los días con este deporte.
Recuerda como llegó a Aguascalientes acompañada con sus demás amigas de equipo, traía en esa ocasión puesto el mismo uniforme de juego que está utilizando, con sus sandalias y una pequeña mochila en la que trae una camisa rosa y un pantalón de mezclilla, todos con muestras de estar en sus últimas puestas.

Sorprendida la mamá nos cuenta que en ese momento le pregunta cuál es su equipaje, ya que son cuatro días de juegos en Aguascalientes, pero la pequeña Deisy se limita a decir con su poco lenguaje en español que es todo lo que trajo.
Esto ha ocasionado que la señora Laura, tome la determinación de irle a comprar ropa y unos tenis para poder jugar, sin embargo cuando la pequeña los ve sólo se los pone para medírselos y ver que le quedan, para volverlos a meter a la caja, su argumento es muy claro, quiere estrenarlos para diciembre en Navidad como un regalo que le traiga el Niño Dios.
Como parte de su visita a Aguascalientes Deisy es invitada a la secundaria Técnica número 24, donde es considera huésped y ahí le regalan más ropa, zapatos, pero éstos con la misma determinación no los quiere utilizar y los guarda como un gran tesoro.

Han pasado varios minutos después de la plática y regresamos al juego, el cual está en el tercer periodo y vemos como sigue ganando el equipo de Citlalli, quien tiene más tiempo de jugar juntas y con mayor fortaleza, pero eso no es un impedimento para que las chicas de ABIM de Oaxaca, disfruten de jugar ese deporte que les apasiona.

Deisy, sigue siendo la líder del equipo y juega los cuatro periodos, no muestra cansancio y apenas en el último cuarto pide agua, que le dan en una botella sus entrenadores, para reanudar en segundos su actividad.
Al final su equipo termina perdiendo por 45 puntos contra 19, pero la pequeña se convierte en la líder porque ella sola logró 17 tantos, con tres triples, lo que la convierte en una gran estrella del baloncesto al sumar más del 90 por ciento de los encestes de su quinteta.
Termina el juego y la pequeña regresa a su banca, toma sus huaraches para ponérselos y se levanta para seguir su camino, perdiéndose entre los cientos de niños que en ese momento están el gimnasio, volviéndose una más en la gran lista de jugadores de escasos recursos que buscan alcanzar sus sueños.

Quizás el próximo año que regrese su equipo al Festival YBOA, no la volvamos a ver, quizás se quede en su comunidad para cumplir con sus tradiciones, pero al final deja una gran enseñanza y una gran experiencia en la que la vimos jugar y conocimos su historia, porque a partir de hoy nos hemos dado cuenta que mientras nos quejamos por no tener una cancha donde entrenar, no tener un entrenador que nos ayude o al menos un apoyo económico para viajar a un juego, hay muchos niños que sin todos esos recursos son grandes héroes del deporte, por eso vale la pena hacer un alto en nuestras vidas y dejarnos de quejar por aquello que no nos da el Gobierno y hacer algo con lo que tenemos para ser mejores.
Iván Hernández



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