Ese año estaba terminando mis estudios en la Universidad del Sur de Indiana y tenía que concluir una investigación que estaba realizando como parte de mi servicio social en un Centro de Readaptación Social para infractores de delitos menores, por lo que no pensaba venir a México ese verano. Además, en agosto tenía yo invitaciones para asistir a los campamentos de pruebas de los Jazz de Utha y de los Timberwolves de Minnesota, equipos de la NBA, por lo que estaba entrenando muy fuerte para ir lo mejor posible.
Por insistencia de Raúl González, el exmarchista ganador de medalla de oro en 50 km en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 84, con quien tenía una buena amistad por compartir concentraciones en el CDOM y competencias en los Panamericanos de Caracas 83, y que ese año se convirtió en el primer director de la CONADE, vine a México para incorporarme a la selección que participaría en ese torneo. Como a Gustavo Saggiante, quien era el entrenador, ya le había dicho que no pensaba venir a jugar y además yo no le convencía como jugador, decidió no utilizarme en los partidos y solamente me metía unos cuantos minutos sólo por no dejar. Pero no me encontré con el equipo y sé que no jugué bien. Saggiante se aferró a meter de poste a un pochito llamado Juan Espinoza, quien era buen jugador pero al término del torneo declaró ante la prensa que había sido muy difícil para él sobreponerse a los nervios de jugar con la selección nacional un torneo tan importante. Perdimos todos los partidos y quedamos fuera del Campeonato Mundial celebrado en Argentina en 1990. Ese año cambió mi vida por muchas razones.
-Por Toñito Reyes.
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